En México, “El día de los muertos” se celebra cada año durante el día de todos los Santos (el 1 de noviembre) y el día de difuntos (el 2 de noviembre). Esta festividad se remonta a los días de los aztecas, y, mezclada con la religión católica, ha llegado hasta hoy como una celebración para honrar a aquellos que han fallecido, y al mismo tiempo celebrar la continuación de la vida. Los aficionados a esta festividad creen que la muerte no es el fin de nuestra conexión con nuestros seres queridos, y que el amor va más allá de la tumba.
Con un énfasis en alegría, en vez de tristeza, el día de los muertos se llena de colores saturados que son icónicos para la celebración. Una de las principales manifestaciones de la tradición es la creación de altares y la inclusión de “catrinas” (calaveras) y “calacas” (figuras de esqueletos hechos con papel maché) vestidas en indumentaria festiva, y la decoración de lápidas y tumbas de cementerios con flores de caléndula de color naranja, crisantemos amarillos, y celosías fucsias. También se utilizan velas, flores, frutas, pan, fotografías, y objetos personales. Delicados papeles picados se utilizan para decorar las calles, y se cocinan comidas especiales para dar la bienvenida a las almas de los ancestros y otros seres queridos para así celebrar un día de recuerdos.
A pesar de que esta celebración esta próxima al Halloween en el calendario, “el día de los muertos” es una celebración completamente distinta. Para aquellos que la celebran es una ocasión de gran importancia social y espiritual que reconoce el ciclo de la vida y de la muerte que conecta a todos los seres humanos. "El día de los muertos" es una costumbre indo-hispana única que demuestra un gran amor y respeto por los antepasados, celebrando la vida, las relaciones familiares, y la solidaridad de la comunidad en la que se celebra.
Emile Gireau es un artista de origen francés que lleva más de una década viviendo en A Coruña. Su obra abarca muchas disciplinas y materiales, desde esculturas con metal, madera, piedra, y escayola, hasta pinturas con pigmentos naturales, dibujos, y grabados en papel. Su galería/taller en Monte Alto es una auténtica joya de A Coruña, un gabinete de curiosidades lleno de objetos fantásticos e inquietantes, herramientas centenarias, y homenajes a los reinos animal y vegetal. El artista crea fascinantes viñetas a modo de pequeñas instalaciones de objetos variopintos, que sugieren narrativas llenas de intriga y que exudan un liricismo minimalista.
Gireau encuentra la mayoría de sus materiales en plena naturaleza o en las calles y playas de A Coruña. Luego, el artista los lleva a su estudio, donde, guiado por el equilibrio, la armonía, y su propia sensibilidad, elabora a relaciones entre ellos de forma espontánea. Estas relaciones son cambiantes; a veces inmediatas, otras, pueden tardar años para manifestar. En ciertas ocasiones, incluso después de una conexión aparentemente exitosa, el artista puede separar los objetos para intentar una nueva combinación.
Gireau se ha descrito a sí mismo como un “arqueólogo”, ya que organiza sus propias expediciones para buscar objetos y materiales antiguos que luego acaba integrando en sus ensamblajes, o que transforma a través de la fragua y el fuego, y modifica químicamente con sucesivas pátinas de color. Gireau precisamente menciona este interés en lo antiguo, lo encontrado de forma aleatoria, como la fuerza creadora detrás de su arte. El artista describe su obra como un intento de recrear los utensilios y objetos rituales de una civilización perdida y que él ha asumido la tarea de recuperar. La capacidad transformativa del artista al cambiar los contextos y las propiedades físicas de sus "materiales encontrados" confirma a Gireau no sólo como arqueólogo, sino también como antropólogo y alquimista.
Emile Gireau: Arqueologías presenta testimonios culturales de esta civilización “desenterrada” por el artista, e incluye un conjunto imponente de máscaras funerarias, una forma embrionaria de escayola blanca, dos “cabañas”, dos grabados, y tres dibujos de gran tamaño situados en la entreplanta. El conjunto de las obras en la instalación asemeja un yacimiento arqueológico surrealista, y transforma o museo pequeno en una especie de máquina del tiempo que combina reliquias de momentos pasados, presentes, y futuros.
Cada una de las máscaras de acero ha sido forjada por el artista de forma particular, con un tamaño, decoraciones, modelado, y color determinados, y con tanta personalidad como el ancestro de la ceremonia para la que fue creada. Las máscaras evocan veneración, respeto, e implican la existencia de una comunidad con identidad propia y con valores comunitarios.
La figura blanca, con sus formas abstractas e incluida en el nicho dorado, sugiere un objeto de un ritual de fecundidad imaginado por el artista, mientras que las cabañas elevadas sobre pilares nos recuerdan los antiguos “palafitos” y la habilidad humana para adaptarse a los terrenos difíciles, inestables, propensos a inundaciones, o con fauna peligrosa. En la Edad de Bronce, estos palafitos proliferaron en Centroeuropa, en lagos, y pantanos, mientras que en la Época Clásica, se asentaron en lagos y desembocaduras de los ríos. Los “palafitos” de Gireau están construidos con metal, con placas y troncos de formas geométricas y cualidades orgánicas, que se caracterizan por sus proporciones estables y un equilibrio perfecto que los transforma en estructuras dinámicas y etéreas. Estas esculturas de Gireau hacen referencia a una civilización sofisticada, con conocimiento de principios de la arquitectura y técnicas de la construcción, lo que propicia el sedentarismo, y por lo tanto, las producciones cultural y artística.
Finalmente, los grabados colgados de la pared asemejan rudimentarias impresiones de trozos de madera y otros objetos naturales, creados con objetivos animistas. Sus bordes imprecisos e irregulares nos recuerdan los espacios negativos en manos rodeadas de pigmento pulverizado de las pinturas rupestres. En la entreplanta, tres dibujos creados con pintura negra iluminados desde atrás asemejan los imponentes guardianes de un templo de la antigüedad; sus líneas concisas y expresivas constituyen bocetos tempranos de las máscaras funerarias de la planta baja. Nos dan la bienvenida, pero también nos exigen reverencia y nos invitan a la reflexión.
El título de esta exposición, Ntoma/Le wax, refleja varios de los muchos nombres que reciben estas telas a la cera en Ghana (en akán), y en Senegal (combinación de francés e inglés).
Nuestros colaboradores y proveedores de las fotografías y/o algunas de las telas de esta exposición, Fernando Saavedra y Maria Meijide, han visitado Senegal, mientras que Mor Talla llegó de ese país hace casi dos décadas. Las telas expuestas en o museo pequeno han sido manufacturadas en varios países: las de fabricación africana proceden de Ghana, Senegal,Costa de Marfil, y Benin, y también existen muchas otras procedentes de Holanda y de China.
Esta exposición es el resultado de mi interés personal en las culturas de Africa Occidental, y más concretamente, en sus coloridas telas a la cera, conocidas en inglés como "African wax print fabrics", y también en las marionetas de Malí, específicamente las Sogo Bò, que comencé a coleccionar durante my estancia en EE.UU.
La mayoría de estas telas están diseñadas para reflejar aspectos culturales y tradiciones de Africa, y muy a menudo, los diversos estampados reciben nombres locales (si bien esta tradición se está perdiendo entre los más jóvenes) que coinciden con símbolos y proverbios.
Conviene destacar que existen muchos artistas e intelectuales de la diáspora africana que rechazan estas telas y no las consideran auténticamente africanas. El motivo es que, en realidad, fueron los holandeses (y luego los ingleses) quienes primero las llevaron a Africa a mediados del siglo XIX, después de conseguir imitar las telas de batik artesanal de Indonesia, las cuales habían sido capaces de fabricar de forma industrial. Lo que es innegable es que, desde que llegaron al continente por primera vez, los consumidores africanos han dirigido la evolución del producto al seleccionar estampados, colores, diseños, etc., y al crear una demanda incesante que emplea a vendedores de tiendas y centros comerciales, diseñadores de moda, costureras, sastres, modelos, fotógrafos, e influencers.
Las telas africanas "a la cera" contemporáneas han sido estampadas con grandes rodillos cubiertos con resinas impregnadas en pigmentos que trasmiten el color a los dos lados de la tela, y que producen su colorido efecto al repetir el procedimiento varias veces. Todavía existen técnicas tradicionales de tintado a la cera (batik) en Africa Occidental, que requieren las aplicación de cera con ciertos utensilios, "canting tools", o pinceles, y su posterior eliminación. Esto requiere un proceso laborioso desarrollado en sucesivas etapas, sumergiendo la tela en agua con pigmentos, pero este no es el caso de las "telas a la cera".
En resumen, la historia de las telas africanas a la cera es un ejemplo de la complejidad del mercado global y las políticas neoliberales, las consecuencias del colonialismo, y el poder del consumidor en el desarrollo de un producto. A pesar de los orígenes colonialistas y extranjeros de estas telas y el dominio en el mercado actual de los fabricantes chinos con su precios más asequibles, las telas africanas a la cera continuan siendo un símbolo del orgullo africano, un reflejo de su gusto, y una expresión de su cultura.
Vestido confeccionado en Francia con tela de Vlisco fabricada en Holanda.
Demay Dem, la tienda de telas africanas a la cera en As Conchiñas, A Coruña
Riaq Miuq (Barcelona, 1994) es un artista visual que construye su obra a partir de la fascinación por el mundo natural, la espiritualidad, y su contraste con la realidad industrial. Cursó estudios en Artes Aplicadas al Muro y Agricultura Ecológica, y la contraposición de ambas materias le dio las herramientas y conocimientos necesarios para explorar de manera plástica sus ideales. El artista busca técnicas simples, utilizando materiales disponibles en el entorno, como pigmentos minerales y fibras vegetales recolectadas, así como desechos y objetos encontrados.
Riaq Miuq ha creado una instalación especifica para o museo pequeno incluyendo diferentes obras creadas en los últimos cuatro anos, entre ellas, una de sus máscaras, la "Máscara de la luz", acompañada de un traje inspirado en las corozas gallegas, y que realizó en 2020 durante su residencia en Castelo Studio con una beca de SomoS Arts, Berlin. Todo ello esta combinado con una pintura mural de fondo, esculturas móviles, una máscara de pared, una escultura cerámica, arena, tierra, flores, y una película de video en la entreplanta, "See you in another planet", de Clara Aguilar, creado conjuntamente con Neo Rupestre, Janne Bottorrella, Steven Quinort, y Alba Galicia.
<<Y la luz embriaga,
la flor se abre a las estrellas,
pero pronto encierra semilla>>
"La máscara de la luz" está relacionada con el aire dentro del ciclo agrario, y representa el momento de floración, el éxtasis de la vida vegetal (un momento del intercambio genético, y reflejo del paraíso efímero). Sus atributos son las alas y diferentes flores secas. Se asocia al color blanco y a los pájaros o las abejas.
"La máscara de la luz" es un ser con alas que comunica con otros mundos. Es una obra hecha a mano durante la primavera y verano de 2019, constituida por plantas como la Lagenaria Sicerata (o calabaza de peregrino, cultivada y cosechada un año antes) y fenazo, retama y Phormium Tenax, utilizados en la estructura central. Los detalles están hechos con flores de diferentes especies dentro del genero allium y de Helichrysum Italicum, fibras y tallos de Phoenix dactylifera, arcilla, alambre oxidado y cola hecha de resina de pino, carbón vegetal y cera de abeja. Todos los materiales fueron recolectados del bosque, campo y la calle. Riaq Miuq completó la máscara con un traje que elaboró durante una residencia artística en el Castelo Open Studio, A Coruña, becado por SomoS Arts, Berlin.
Las fotografias de la galería muestran la "mascara de la luz" y fueron tomadas por Pol Ventura de forma analógica. Las localizaciones se encuentran mayormente en lo alto de la montaña de Montserrat y también en frente del aeropuerto del Prat de Llobregat. El resto de las fotografías muestran varias obras en el estudio de Riaq Miuq, y también la máscara una vez instalada para la exposición "Luz" en o museo pequeno.
Holly crea instalaciones que exploran la historia y las gentes de los barrios donde incluye su arte, incorporando elementos arquitectónicos y referencias a sus habitantes, sus culturas, y sus situaciones personales. Holly ha creado una instalación específica para A Coruña.
Cardboard Revival Series: A Coruña, 2022
Holly Tempo (estadounidense, actualmente vive en Viseu, Portugal)
Instalación con pintura, cartón, pan de oro, arena, conchas
En esta obra, dedicada a A Coruña, Tempo celebra la belleza de la ciudad mientras que, al mismo tiempo, reflexiona sobre los efectos sociales de la recesión económica y de la inmigración. La artista escoge el color azul como fondo sobre el que plasma, con plantillas, distintos símbolos del mar utilizados en varias culturas.
Estos símbolos (pintados con pintura negra a través de la técnica de “stenciling”) reflejan iconografías africanas, latinoamericanas, y celtas, que la artista combina creando en la pared formas dinámicas perfectamente integradas. Hay una sección que incluso reproduce las vallas de cemento de Riazor, que asemejan las crespas de las olas. Tempo también utiliza la técnica de la pintura con spray (pulverizada), añadiendo círculos con goteras que alterna con los diseños ondulantes de las olas.
Tempo incorpora en este paisaje, a la vez urbano y marino (una característica muy distintiva de A Coruña), objetos como conchas de distintos tipos y materiales como la arena, que refuerzan la dualidad de nuestra ciudad. Un pequeño nicho en la pared cubierto con pan de oro y ocupado por una concha de gran tamaño nos invita a celebrar nuestros muchos pequeños tesoros, mientras que una rosa de los vientos, un símbolo de navegación y viajes (y también nuevos comienzos), a mantener cierto optimismo.
El espacio de la galería aparece habitado por una serie de figuras hechas con cartón (material utilizado comúnmente para protección por personas sin hogar que viven en las calles), ensambladas con grapas y pintadas de negro. Estas figuras representan a todos aquellos que luchan por su integración social. Al representarlos, Tempo nos recuerda que son parte de nuestra ciudad, de nuestro presente y de nuestro futuro.
Lisa nació en Inglewood, California, en 1969. Su obra es íntima, poética, muy personal. Cuando pinta, la artista crea obras abstractas de gran tamaño usando casi exclusivamente el color negro, explorando así su propia identidad de mujer afroamericana. Lisa recurre a sus memorias, observaciones, y narrativas personales, construyendo simultáneamente formas geométricas y pinceladas expresionistas.
Sus videos son también visiones introspectivas, con una variedad cromática limitada y un fondo de sonidos sutiles. La artista incluye su propio cuerpo como referencia, mientas reflexiona serenamente, casi de una forma meditativa, en un intento de superar traumas personales, familiares e incluso ancestrales.
The Calling, 2018-2022
Single channel video, color, sound
4:03 mins
Courtesy the artist
Una mujer siente la llamada de su tierra y del mar. La artista ha estado reflexionando sobre su tierra ancestral, la tierra de su familia. Wedgeworth siente el llamamiento de esta tierra en su espíritu, aunque solo sea para retornar durante una breve visita y así posar los pies en la tierra que sus antepasados cultivaron y sobre la que construyeron sus hogares, sobre la que caminaron, y en la que criaron a sus descendientes.
Wedgeworth viajó con su madre a Alabama y visitó monumentos de los tiempos de los Derechos Civiles, los cuales le hicieron desarrollar una profunda afinidad hacia aquellos afroamericanos que sobrevivieron el comercio de esclavos entre en norte y el sur de los EE.UU. La artista sintió como el sur americano se convertía en su tierra, un hogar comparable a los lugares donde sus familiares y ancestros habían puesto sus raíces (Los Angeles, Ohio, Texas, Missouri, Pennsylvania, Virginia del Oeste, Maryland, Carolina del Norte, Inglaterra, y Jamaica.)
En 2018, Wedgeworth fue invitada al retiro Hermitage Artist Retreat, en Englewood, Florida. Durante su estancia frente al mar, y a pesar de la destrucción y el mal olor de la Marea Roja, las aguas del Golfo de Mexico conjuraron imágenes en el ojo de su mente y le susurraron una obra nueva, The Calling (La llamada), al oido.
The Calling (La llamada) es una meditación sobre el ser, sobre la tierra, el agua, sobre el retorno, sobre finales, y sobre comienzos.
Statement
"A woman is called home, to the sea.
Self-reflection: I have been reflecting on home, the land of my family. A calling, a tugging at my spirit to return there, if even for a brief visit to set foot upon the land my ancestors toiled, built, walked and raised families upon.
Traveling through Alabama with my mother, visiting civil rights monuments and memorials, a deep kinship with those who endured and survived the Domestic Slave Trade stirred within me. The American South feeling as much as my home as any of the places my immediate family and ancestors were called to put down their roots (Los Angeles, Ohio, Texas, Missouri, Pennsylvania, West Virginia, Maryland, North Carolina, England and Jamaica).
While at the Hermitage, the water of the Gulf of Mexico - although stained with the stench and destruction of the Red Tide - conjured images within my mind's eye and whispered new work, The Calling, in my ear.
The Calling is a meditation on being, land, water, returning, change, endings and beginnings."